Su concepto se origina en la mítica e histórica planta psicotrópica Atropa belladonna, considerada una de las 3 plantas de las brujas.
Era utilizada en el antiguo Egipto y en la antigua Roma para uso recreativo, sedante, estético o incluso letal.
Está representada por una bruja blanca cuya existencia se encuentra entrelazada entre la vida y la muerte (esqueleto y ciervo) y que brinda una poción irresistible para cualquier mortal, claramente justificada por su exquisita aromática.
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